lunes 18 de febrero de 2008
Las bibliotecas siguen lastrando una imagen tópica que centra su principal demérito en las prohibiciones, especialmente la de hablar o hacer ruido. No son buenos tiempos para esto: la mayor parte de la gente se ha vuelto muy ruidosa, la mayor parte de los espacios del silencio ya no lo son tanto (colegios, iglesias, juzgados...), la mayor parte de las diversiones populares son muy, muy ruidosas (discoteca, conciertos, ferias...), así que a la biblioteca le queda la menor parte, la menor parte de usuarios.
Las bibliotecas siguen lastrando una imagen tópica que centra su principal demérito en las prohibiciones, especialmente la de hablar o hacer ruido. No son buenos tiempos para esto: la mayor parte de la gente se ha vuelto muy ruidosa, la mayor parte de los espacios del silencio ya no lo son tanto (colegios, iglesias, juzgados...), la mayor parte de las diversiones populares son muy, muy ruidosas (discoteca, conciertos, ferias...), así que a la biblioteca le queda la menor parte, la menor parte de usuarios.
Sí, lo habéis visto: en la biblioteca lo fundamental es hablar bajito, no es una necesidad para poder leer, no, es simplemente su esencia.
A los tópicos se les da la vuelta dejándolos igual y de esta forma, encontramos a la bibliotecaria fea y gorda, y hasta parece que no muy simpática (suponemos también que inteligente) y la usuaria rubia tonta.Este imperativo del silencio tan mal visto, se presta a la risa del mimo. En el siguiente vídeo seguimos el camino del tópico: las estudiosas son las chicas y el chico es sólo un ligón que no soporta el aburrimiento de la lectura y el estudio: las bibliotecas no son para los chicos.
¿Debemos dejar que el barullo entre también en la biblioteca? La conversión de bibliotecas en centros de recursos y el uso de soportes variados no supera la necesidad del silencio, pero sí tiene que abrir la posibilidad a servicios ruidosos por naturaleza como es el trabajo en grupo. En el caso de las bibliotecas públicas lo normal es contar con salas diversas que permitan usos distintos: por ejemplo, sala de reuniones o grupos, salas de infantil...separadas, ya que suelen ser dos zonas cuya permisividad al ruido debe ser mayor.Sin embargo, la biblioteca no puede renunciar a su necesidad de silencio, más bien todo lo contrario, tiene que dignificar una necesidad humana de la que es una de las principales -y escasas- proveedoras.
Y naturalmente, debe empeñarse en que su imagen no margine al género menos representado: los chicos. Las bibliotecas tienen que abordar una política especial de igualdad procurando, facilitando y fomentando la participación especial de los varones, además de la participación en general.
Vale, dignifiquemos el silencio... fomentemos el acercamiento de todos y especialmente de los chicos... pero ¿cómo?
Publicado por BIBLIORIOS a las 9:39
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